(LES IDIOTS) SAVANTS. EL MUNDO NECESITA TODO TIPO DE MENTES. AUTISMO.

 

Beate Hermelin, tituló su libro de 2001 “Brillantes esquirlas de la mente”. En él, describe su investigación sobre uno de los aspectos más fascinantes del autismo: el fenómeno de los savants, término que sustituye a la antigua expresión iditos savants, y que se refiere a la paradoja de poseer habilidades sobresalientes en un campo, mientras el rendimiento es, generalmente, muy deficiente en todos los demás.

Evidentemente, el hecho de destacar en un área de forma sobresaliente, aun cuando se aprecian severas dificultades en el resto de tareas, no es exclusivo de las personas autistas. Sin embargo, quizá por las características del autismo, que lo mantienen envuelto en cierto halo de peculiaridad e intriga, es en este trastorno donde puede resultar un fenómeno más llamativo.

Una de las corrientes explicativas para este hecho parte de que las personas autistas basan su acceso al conocimiento en las pequeñas partes de las cosas.

Cuentan así con un estilo cognitivo que prefiere centrarse en pequeños elementos informativos, a partir de los cuales se crean estructuras cada vez mayores.

De este modo, el autista es un gran observador de los pequeños detalles que, sin embargo, puede dejar pasar por alto las mayores obviedades.

Un ejemplo llamativo para ilustrar esto puede ser el caso de S., descrito por Alexander Luria (uno de los grandes clásicos en neurología). S podía memorizar largas listas de acontecimientos aparentemente aleatorios (hasta el punto de actuar en público mostrando su curiosa habilidad). Sin embargo, era incapaz de aprender una estrategia como agrupar números en parejas para memorizarlos, acción sencilla para cualquiera de nosotros cuando hemos de recordar un número de teléfono. S memorizaba elementos sin sentido, de uno a uno, sin otorgarles ningún significado. Podía aprender la secuencia 36-37-38 de memoria, pero sin darse cuenta de que los ítems aparecían en orden ascendente.

Una mente atenta a información tan concentrada y concreta resulta especialmente útil para multitud de situaciones. Igualmente, la mente “neurotípica” (aquella no afectada por ninguna alteración neurológica), resulta necesaria para tantas otras tareas.

Cualquier mente se beneficia de ambos estilos de manejo de la información, pero será la preferencia hacia un modo u otro la que defina la aportación a la tarea que mejor caracterice a su ejecutor.

En palabras de la gran investigadora sobre el autismo, Uta Frith, puede tratarse de: “que los árboles no dejen ver el bosque, o que el bosque no permita ver los árboles”

El operar con unidades más fragmentadas de información puede resultar de gran utilidad para una tarea como localizar una calle concreta dentro del plano de una ciudad o para aquellas tareas que requieran la memoria mecánica.

Otro modo de describirlo podría ser desde la capacidad, poco común, de no tener en cuenta el contexto. En la mayoría de las personas, existe una tendencia natural a ver las cosas como un todo, como una Gestalt, y que parece no darse en los Savants.

Éste “ser un genio en un área tan concreta”, ya se trate de ser un brillante violinista o de ser un crack contando lentejas, resulta altamente llamativo para el resto de los mortales.

Las áreas en las que con más frecuencia se detectan estos islotes de conocimiento de las personas autistas, son los talentos especiales para escribir poesía, aprender idiomas, tocar un instrumento, dibujar y pintar, calcular, saber el día de la semana de cualquier fecha del calendario o una excelente memoria mecánica.

Asimismo, áreas en las que los autistas resultan peores ejecutores exigen procesamientos más globales, como pueden ser el reconocimiento de rostros, identificar emociones, adquirir el lenguaje o aprender las reglas de un deporte.

En esta línea, Laurent Mottron habla sobre los dibujantes savants constatando que comienzan siempre por un único detalle, carente de importancia, y, progresivamente, van añadiendo el resto de elementos, uno a uno. Los dibujantes profesionales, sin embargo, comenzarían el dibujo realizando un boceto aproximado de sus aspectos más globales.

Dibujo de la ciudad de Nueva York, de Stephen Wiltshire (2006), diagnosticado de autismo y con una especial habilidad para el dibujo.

Esta capacidad de comenzar centrándose en unidades pequeñas puede aplicarse asimismo a la música, focalizándose en la capacidad de recordar un tono absoluto.

Uta Frith, en su obra “Autismo. Hacia una explicación del enigma” llega incluso a comparar a las personas autistas con los detectives de novelas clásicas de misterio, como Sherlock Holmes, de los que dice poseen “capacidad de observación y deducción, no contaminada por las emociones cotidianas de las personas comunes”. Son distraídos respecto a los demás y se concentran con determinación en ciertas ideas especiales, tendiendo a descuidar las sutilezas sociales y ocupándose de asuntos que pueden resultar triviales a los demás. Esta clase de genios resuelve problemas basándose en claves que pueden parecer insignificantes. Tradicionalmente, estas claves son del tipo de las que confunden a la gente común. Otra característica que comparten muchos genios de ficción es tener un interés especial y limitado; un ejemplo es la “pequeña monografía sobre las cenizas de 140 variedades diferentes de tabaco de pipa, puros y cigarrillos” de Sherlock Holmes.

Ilustración de Sherlock Holmes, un personaje extravagante pero de gran genialidad y que bien podría considerarse un Savant.

Ilustración de Sherlock Holmes, un personaje extravagante pero de gran genialidad y que bien podría considerarse un Savant.

Quizá todos tengamos algún pequeño talento oculto.

Os invito a que cada cual busque la tarea en que se sienta un gran Savant.

Olga Trillo Lodeiro.

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