INTELIGENCIAS MÚLTIPLES: EL NUEVO SER INTELIGENTE

La inteligencia es una palabra
demasiado utilizada para ser sensata.
(Jean-Didier Vincent, Viaje extraordinario al centro del cerebro).

Nos fascinan cuestiones inabarcables, retos para el alma y el saber. Nos preguntamos sobre el bien y el mal, discutimos sobre política, debatiremos eternamente sobre moralidad y religión.

El cerebro siempre se verá envuelto en fascinación y polémica. Tan complejo, tan inmenso y tan frágil.  De la cuestión de la inteligencia, dudaremos eternamente. ¿Qué nos hace inteligentes? Incluso, ¿Quién es más inteligente?

Ya mucho antes de que las ciencias cognitivas pusieran orden en el pensamiento, filósofos y médicos se cuestionaban sobre el valor que había que atribuir a la inteligencia: “cualquiera habla de la inteligencia y parece que se entiende de qué se trata, sin embargo, es realmente muy difícil precisarlo.” Utilizamos habitualmente expresiones como “no es muy inteligente, pero es muy listo”.

La tradición de los últimos años situaba a los más inteligentes en el escalón de los superdotados, aquellos quienes parecen saber de todo y bastante bien. Dominaban las tareas “importantes” de la escuela; sabían de historia, de matemáticas y de física. Aprendían a tocar el violín a los 3 años y llegaban a aprender varios idiomas. Podían permitirse descuidar las “marías” de la escuela, como la plástica o el deporte. Incluso el recreo.

Afortunadamente, a día de hoy contamos con una nueva percepción de la inteligencia: las inteligencias múltiples. La noción de una inteligencia única va dando paso a una nueva concepción. El saber abarca todo tipo de conocimientos y muchas formas de acceder a ellos: arte, música, emoción, danza, ciencia. Todos ellos han encontrado un hueco y los aprendices tenemos más oportunidades de sentirnos cómodos aprendiendo. Ya no se trata de aprender a leer antes de los 4 años ni de sacar buenas notas. El nuevo “ser inteligente” puede ser un savant, un autista que desconozca las letras pero toque el piano maravillosamente o calcule raíces cuadradas imposibles. El nuevo superdotado de la clase puede no haber sido el primero en aprender a escribir, pero contar con un carisma fuera de lo común o una preocupación por lo moral improbables a su edad.

Igual que los contenidos cambian, cambian las formas de acceso. Libros, tablets, juegos o abrazos. Ahora entendemos que la inteligencia no se memoriza y no se halla sólo en los manuales. Se ha abierto un abanico inmenso de tareas de estimulación que incluyen el trabajo en grupo, favorecen la creatividad y la socialización. Se procura encontrar el placer por aprender. Y es que, si algo ha caracterizado a muchos de los sabios de todos los tiempos es el afán por saber.

Existe otra cuestión que preocupa actualmente y que frecuentemente se asocia a la idea de ser inteligente: los ritmos de aprendizaje. ¿Es necesario enseñar a un niño a leer con 4 años? ¿Se pierde el tiempo no estimulando a aquel que no habla a los 20 meses? El debate abarca desde la pura comprensión de la naturaleza y preferencia del ser, hasta la preocupación de padres y profesores por que se pierdan oportunidades únicas de enseñanza con el paso de los años del niño. Acerca de esta cuestión, puede resultar útil revisar algunas de las ideas sobre la Teoría de los estadios, de Piaget. Ésta asume una inteligencia acumulativa, en fases bien definidas y asignadas a determinadas edades, de tal forma que alcanzar conocimientos propios de los 5 años a los 7 supone hablar de un posible retraso en el niño.

A día de hoy, parece, procuramos poco a poco educar nuestra paciencia para el aprendizaje y el desarrollo; sabemos que el desarrollo de la inteligencia, pasando por infancia, adolescencia y vida adulta, está salpicado de errores, sesgos perceptivos, cambios de ritmo inesperados e, incluso, regresiones (desaprendizajes). También apreciamos capacidades muy complejas en los bebés, como razonamiento matemático, nociones de física o conocimientos lógicos o psicológicos (no contemplados en esas clásicas teorías del aprendizaje).

Finalmente, será el educador (padre, docente, cuidador) quien plantee los objetivos sobre los que estimular la mente que moldea. De cada cual dependerá la responsabilidad de asignar una meta y un ritmo a su pupilo. En todo caso, animo a la paciencia, a no frustrarse y a disfrutar del camino.

Escojan el conocimiento que quieran desarrollar hoy: física, emoción, danza. Su cerebro está preparado para quedar plenamente satisfecho.

Olga Trillo Lodeiro

Pueden escuchar más sobre este tema a través del siguiente enlace: http://luarespacio.es/evento/luar-en-cadena-ser-inteligencias-multiples-y-altas-capacidades/

Comments 2

  1. Patricia Miranda

    interesante articulo,sabes que a veces siento que trabajo sola en esto de la educacion emocional y de pronto aparecen personas como vos que piensan como yo y eso me da mas esperanza que la escuela esta cambiando,esta mejorando en pos de nuestros niños y niñas 🙂 saludos!

    1. Luar

      Hola, Patricia!
      Muchas gracias por leernos! Nos alegra sentirnos parte de este cambio tan positivo! 🙂
      Si vives en Valladolid, te invitamos a venir a conocer nuestro espacio!
      Un saludo!!

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