JUEGO CREATIVIDAD

EL JUEGO: CREATIVIDAD PARA RESOLVER PROBLEMAS

Jugar es indicio de salud. Es universal. Es estimular la mente, las piernas, los dedos, los sentidos. Es socializar, o pasar un rato solo. Puede ser realista, como cuando imaginamos que somos profes y enseñamos a nuestros muñequitos a escribir. Puede ser totalmente abstracto, como sacar las pelusas de un jersey.

El juego es creatividad.

Para jugar no hace falta nada. Ni siquiera un juego o un juguete. Es decir, jugar es entretenimiento en sí mismo, sin necesidad de un objetivo, una puntuación o una rutina. Podemos jugar para aprender, para ganar una liga o para pasar el rato. Atreverse a inventar, ingenio, improvisar. Usar cartón, plástico, madera o nuevas tecnologías. Saltarnos las reglas jugando al fútbol sin balón. Utilizar el juego en cualquier situación: en la comida, en el rato de la siesta, en el colegio y en el parque. Los espaguetis pueden ser el resultado de nuestra última expedición a La Luna. Y el batido, nuestro premio Nobel.

El juego puede ser motor impulsor de la mente. Ésta puede salir de casa y pasear sobre un dragón que se alimenta de piruletas. Cuando dejamos al juego fluir y escaparse de unas reglas rígidas, la mente aprende a pensar también fuera de los límites convencionales. Esto nos convierte en inventores: “si pude hacer de una caja de cartón un camión de bomberos, ¿por qué no voy a ser yo quien invente el próximo coche sin gasolina o la cura para una enfermedad?”

La creatividad supone generar alternativas. Ante un mismo problema, plantear distintas soluciones. Esto supone jugar (valga la redundancia) con ventaja: a más soluciones tengamos para escoger, más probable será que nos encontremos con la más adecuada. Cuando nos enfrentamos a situaciones adversas como, por ejemplo, llegar a casa y descubrir que nos hemos quedado sin llaves y nadie podrá abrirnos hasta dentro de unas horas, generar distintas alternativas podrá sernos muy útil: aprovechar ese rato para ver a un amigo, pasear por el barrio o pasar por la biblioteca a hacer la tarde.

Aparte de las cuestiones más cotidianas, esta forma de pensar creativa y creadora puede resultar de auténtica supervivencia. Sobreponerse a un divorcio, buscar formas de obtener ingresos o encontrar distintos métodos para amueblar una casa. A cada problema, muchas soluciones puede suponer la clave para nuestro éxito.

Esta creatividad, además, puede ayudarnos a ser personas más flexibles. La habilidad de no frustrarse cuando las cosas no salen como esperamos fomenta un estilo de vida (emocional) saludable. La habilidad de crear “planes B” protegerá nuestro estado de ánimo cuando los planes no resulten según lo previsto. El don de no enfadarse cuando se nos estropea el coche, de no desesperarse porque este verano no habrá vacaciones.

El niño que juega, inventa. Inventa soluciones para ser más feliz.

¡Juéguensela! “veo tu parchís y subo una carrera hasta casa”.

 

Olga Trillo Lodeiro.

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