Sobre las técnicas de aprendizaje y estudio (para padres e hijos!).

Ya han de quedar pocas dudas sobre el hecho de que los padres influyen en gran medida sobre el aprendizaje de sus hijos. Así sea en su desarrollo cognitivo, en sus miedos, en sus intereses o, incluso, en la elección de un equipo de fútbol.

Cuando se trata del rendimiento académico, esta influencia es igualmente notable. Sin embargo, en este área, algunos padres pueden sentir esa inseguridad de “cómo voy a ayudarle con las integrales, si ya ni me acuerdo de lo que es eso…”.

Existen muchas pautas con las cuales el padre puede ser un gran apoyo para el estudio.

Aparte del contenido que tengamos delante, ya se trate de estudiar la Península Ibérica en la Edad Media o de aprenderse una receta de cocina,  nuestra forma de abordar este material será clave en su comprensión, su posterior consolidación en la memoria y un futuro acceso eficaz a esta información (recuerdo).

Los padres pueden suponer un soporte de gran ayuda en estas tareas, guiando el desarrollo cognitivo de los hijos (la madurez cerebral y neuronal se estima que alcanza su máximo en torno a los 22 años de edad, por lo que será en los adultos en quienes encontremos un alcance pleno de las facultades intelectuales).

Facilitando el manejo de los contenidos, podremos optimizar las tediosas jornadas de estudio.

Aquí presentamos algunos sencillos pasos que padres e hijos pueden aplicar conjuntamente para mejorar las técnicas de aprendizaje y estudio.

Como pautas a tener en cuenta, uno de los primeros aspectos que podemos prever es el ESPACIO en el que vamos a trabajar: correcta iluminación y temperatura, asiento confortable y amplitud suficiente. Será muy importante controlar posibles distractores, mucho mejor si la televisión está apagada y el gato echándose la siesta en otra habitación!

En medida de lo posible, resulta útil destinar un espacio en exclusiva para el trabajo y estudio. Es importante que el cerebro no asocie el lugar de trabajar con el de comer, jugar o dormir.

 

Condición necesaria (aunque no única ni suficiente) será la PLANIFICACIÓN. Ésta puede incluir desde la más pura logística (como merendar e ir al lavabo antes de sentarnos a trabajar o asegurarnos de que contamos con todos los materiales necesarios) hasta el planning de las estrategias cognitivas que vayamos a utilizar en este rato.

 

Si queremos prestarle cierta ayuda a nuestro cerebro, éste agradecerá contar con cierta ANTICIPACIÓN sobre el trabajo que vamos a demandarle. De este modo, el cerebro activará en mayor medida las áreas especializadas en las tareas que vaya a realizar. Además, podemos crear VÍAS DE INFORMACIÓN con los temas que vayamos a tratar. Algo tan simple como detenerse leyendo bien el título del capítulo (ejemplo: Escultura y Arquitectura del Renacimiento), activa neurológicamente aquello relacionado con esta información. Se despertarán nuestras neuronas encargadas de almacenar la información que conocemos sobre Escultura, Arquitectura y Renacimiento. Es algo así como seleccionar de una biblioteca sólo los libros que necesitamos, o como afinar una búsqueda en Google utilizando palabras clave.

 

Una vez hemos avisado al cerebro de qué tipo de información va a manejar, podemos comenzar a leer.

Una secuencia de gran utilidad puede ser:

  1. Leer los títulos de los capítulos y sus apartados. Acostumbrarse a manejar los índices en los libros de texto o de consulta puede ser de gran ayuda.
  2. Realizar una lectura completa del texto que requerimos.
  3. Realizar una lectura en diagonal. Una lectura rápida, dirigida únicamente a las partes que hemos descubierto que más nos interesan del texto. Atender especialmente a palabras en negrita, conceptos generales.
  4. Contarnos el cuento a nosotros mismos. Podemos detenernos un momento a asimilar esta información. Mentalmente (o hablando delante del espejo, o por escrito, cada uno como prefiera) repasamos este contenido, sirviéndonos de un esquema creado a partir de esos conceptos que hemos decidido que eran los más importantes.
  5. Darle color y forma al asunto! No es necesario que nos repitamos las palabras a nosotros mismos tal y como se nos presentan en el libro. Podemos escoger el método con que más cómodos nos sintamos, las palabras que menos nos cueste manejar para explicar lo que acabamos de aprender. De igual manera, podemos trasladar esta tarea al papel: crear un esquema (o mil!), colorearlo, subrayarlo… asegurarnos de que hemos comprendido plenamente aquello que necesitamos memorizar.
  6. Ya seleccionados los contenidos esenciales, intentamos consolidarlos en la memoria. Distintas técnicas, como la mnenotecnia, pueden ayudarnos a ello. La repetición simple puede resultar útil también, aunque suele resultar bastante más aburrida y no ayuda a la relación entre conceptos.
  7. Si conectamos varias ideas entre sí, aumentamos las probabilidades de recordarlas en un futuro. Por ejemplo, para recordar el concepto “La Caverna es de Platón”, podemos imaginarnos un plato gigante dentro de una caverna. Así, cuando pensemos en una caverna, y cuando pensemos en un plato, este concepto estará más a mano para que el cerebro nos lo presente.

 

Finalmente, si hemos llegado hasta aquí, es importante aprender a premiar el esfuerzo en el proceso antes que el resultado. La meta, en este caso, no es una cuestión de aprobar un examen, si no el haber aprendido a manejar, un poquito mejor, nuestro propio cerebro. Que éste sí nos acompañará de por vida y siempre será interesante conocer a nuestro compañero de viaje.

 

ÁNIMO Y MUCHA SUERTE EN LOS EXÁMENES!

Olga Trillo Lodeiro.

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